El poder, esa condición propia de todas las sociedades, es un mal necesario. En su definición más general, el poder es la capacidad que tiene el ser humano para hacer que otro u otros le obedezcan.
Y digo que es un mal partiendo de la manera como los antiguos griegos entendieron la política. Para ellos, la mejor forma de gobernar es aquélla en la que el ser humano logra gobernarse por sí mismo.
Teniendo presente esto entonces, lo que hace cualquier tipo de poder con su sola presencia es rebajar la dignidad del ser humano. Sea en lo político, en lo económico o en lo social, quien ejerce el poder inevitablemente está por encima de quienes deben acatar esas ejecutorias del superior. Con ello, así el que tenga el poder busque los mejores fines, los demás quedan como incapaces que no pueden lograr esos fines por ellos mismos.
Sin embargo, hay que aceptar que el ideal de los griegos era bastante alto, pero no por ello menos válido. Al contrario, lo que hace es otorgarle al ser humano la máxima confianza y dignidad, al creer que él es capaz de gobernarse por sí mismo.
Además, el poder es un mal porque en muchos de los casos, quien tiene el poder tiende a abusar de sus subordinados. Es decir, el poder tiene consigo la tentación del abuso y la corrupción.
Tenemos los ejemplos de las dictaduras de las minorías, en las que se ven maltratados los derechos de todo un pueblo. Pero también está el poder de las mayorías en las democracias, donde no siempre las mayorías toman decisiones correctas.
Estos abusos del poder y la corrupción de quien ejerce ese poder los explica Maquiavelo, uno de los teóricos del poder más influyentes de todos los tiempos. Para Maquiavelo, palabras más palabras menos, el fin justifica los medios, y cuando el fin es gobernar al pueblo, no importa si hay que recurrir a métodos como el abuso o las actuaciones hipócritas de los gobernantes.
Sin embargo, a pesar de ser un mal en los términos explicados, el poder es necesario en las sociedades.
Es necesario porque el ideal de los antiguos griegos – y por eso mismo es un ideal – es muy hermoso en tanto le otorga al ser toda su condición humana, pero también yo diría que es imposible de llevar a la realidad.
Ya lo decía Thomas Hobbes: “El hombre es lobo para el hombre”. Es la referencia a esa condición natural del ser humano de tender hacia la destrucción, hacia la guerra, hacia la ambición desmedida.
Esta condición impide la realización del ideal planteado por los antiguos griegos. Teniendo en cuenta ese instinto guerrero del ser humano, la anarquía aparece como una opción poco factible, puesto que las sociedades serían aún más caóticas de lo que son con la presencia del poder. Por ello, se hace necesario establecer un ordenamiento para el desarrollo de las sociedades, y este ordenamiento implica la existencia de los poderes.
El poder entonces, como mal necesario, seguirá presente en la historia mientras haya sociedades y mientras existan necesidades. Son imprescindibles las sociedades porque el poder existe en tanto haya sobre quién ejercerlo, puesto que el individuo solo no puede ejercer ningún poder. Y tiene que haber necesidades puesto que siempre quien tiene el poder actúa frente a otros que tienen unas necesidades y, por ello, se someten a sus ejecutorias.
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